
Ayer llegué tarde del trabajo. Siempre llego tarde del trabajo.
Y también cansado. Especialmente por el calor. Charlé con mi mujer, después con mi hijo y comí algo. Saqué a pasear a la perra. Al rato llegó mi hija. Yo quería tomar unos mates e irme a dormir. Me gusta leer mientras tomo mate pero ando peleado con la lectura. Hace un tiempo estoy tratando de leer a algunos autores que, un tiempo atrás, hubiera leído de corrido, y no podía.
Mi hija trabaja en una librería y es tan afecta a la lectura como yo a su edad. En los estantes se apilan libros y libros. Busqué algo corto. Nadie lee el Ulises de Joyce mientras toma mate.
Encontré un librito editado por Santiago Arcos.
El autor: Fabiàn Casas.
El nombre del libro: Ocio

No lo pude dejar, desde el comienzo. Y creo que si hubiese sido más considerable, hubiese leído hasta la madrugada sin sentir otra cosa que admiración. No hay anécdota, es el simple y llano relato de un momento en la vida de alguien, de la constelación familiar y de la muerte de un amigo. Pero, curiosamente, el matiz que se va desarrollando a través de las secuencias, muy descriptivas pero con una prosa fluida que lleva al lector, naturalmente, por un camino llano, hace que uno desee seguir más adelante, no, porque perciba alguna intriga que sobresalte la narración sino porque, claramente, uno logra identificarse con la melancolía elusiva del relato.
Es tarde, estoy cansado, pero quiero dejar constancia, aquí, de mi agradecimiento a Fabián Casas por el excelente momento que he pasado leyendo su libro.
¿Nada más que eso?, dirán.
¡Si les parece poco!
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