
Alban Johannes María Berg nació en 1885 y murió, a la temprana edad de 50 años, en la Navidad de 1935, por el simple hecho de que un forúnculo mal curado (oh, tiempos) le provocó una septicemia.
Creo que es un compositor difícil de clasificar y que ha generado, ya desde el punto de vista de su propio maestro, Arnold Schonberg, pésimos entendidos. Y que su música, que, curiosamente, fue relativamente exitosa a pesar de su modernidad, pasa por los oídos y el seso de la mayoría sin dejar entrever su verdadera estatura.
Pero, bueno, ¿acaso eso no pasa siempre?
Sin embargo, el caso de Berg es atípico.
Con la sola excepción del Concierto para piano, violín y 13 instrumentos, obra dodecafónica poco lograda (al nivel de Berg, se entiende) cada una de sus escasas obras, es, en sí misma, una obra maestra.
¡Y a la vez tan distinta!
Dos óperas:
* Wozzeck (atonalismo libre) sobre la obra de teatro homónima de Georg Büchner

* Lulú (dodecafónica) Sobre Franz Wedekind (inconclusa, terminada por Fiedrich Cerha, y estrenada por Pierre Boulez, en versión completa, en 1976.

Dos cuartetos de cuerda:
* Cuarteto op. 3 (atonalismo libre)
* Suite Lírica (3 movimientos dodecafónicos)
Sonata para piano op. 1 (tonalidad extendida)
Cuatro piezas para clarinete y piano (atonalismo libre)
Canciones sobre textos de Peter Altenberg (atonalismo libre)
Der Wein (El vino) Aria de concierto para soprano y orquesta (dodecafonismo)
Concierto para violín "A la memoria de un ángel" (dodecafonismo)

Concierto para piano, violín y trece instrumentos (dodecafonismo)
Y otras obras más, suites para orquesta de sus óperas.
Pues bien, con esta escasa obra, Berg sobrepasa en calidad, intensidad y vuelo técnico a la mayoría de los grandes maestros reconocidos en música clásica (Ravel, por ejemplo, o Stravinsky, Bártok, Manuel de Falla, por supuesto y muchísimos más) y aún así, su verdadero sentido pasa por ser desconocido para la mayoría.
En el año 1977 se descubrió entre los papeles de Alban Berg una partitura en miniatura de la Suite Lírica, con curiosas anotaciones que poco tenían que ver con la estructura musical. Esto pudo ser entendido gracias al trabajo del gran compositor americano George Perle, quien escribió El programa secreto donde muestra el curioso sistema de proposiciones numerológicas y extramusicales que esconde la partitura (al más puro estilo de ese otro gran olvidado, Robert Schumann)

(A propósito de esto: se acaba de editar un curioso libro que trata sobre este tema de una forma novelada, estilo espantoso que suele tener gran éxito, pero, ¿con Alban Berg? El libro se llama Historia de un secreto, pertenece a un señor llamado Esteban Buch y es un melodrama con todas las letras y una afrenta a Berg. Quizás, quien mejor ha entendido a los artistas es Milan Kundera, con su hermoso libro Los testamentos traicionados. Qué distinto el caso de Perle, quien, ante la evidencia de la partitura busca en ella nuevos contenidos para entender la estética de Berg, a pesar de que eso nos lleve a la "intimidad" del hombre Berg, cosa bastante insoslayable en autores tan autorreferenciales - como se dice ahora -, algo parecido al caso de Joyce. Uf)
Para ir conociendo a Berg es conveniente empezar por la biografía escrita por su alumno, Theodor Wiesegrund Adorno, filósofo, crítico, miembro destacado de la Escuela de Frankfürt, autor de excelentes libros y de bodrios espesos e ilegibles pero muy acertado en el enfoque sobre su maestro.

Pero, además, me gustaría recomendar otro libro extraordinario, que habla sobre los tres grandes maestros de la Escuela de Viena (Berg, Schoenberg y Webern) y que tiene la particularidad de ser conciso y extremadamente bien escrito, demasiado, algo bastante inhabitual en la bibliografía musical. El libro pertenece a una colección llamada "New Grove" y ha sido editado en la Argentina por Muchnik Editores. Contiene la biografía de los tres maestros y entre ellos escribe George Perle, precisamente sobre Alban Berg.

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