Sigo:
Existe una fuerte propensión, por parte de "investigadores" de lo social, entendiendo por lo social "todo" (¿o no es así? ¿No es todo lo que produce una sociedad? después sigo con esto) a tratar cada tema con una suerte de galimatías de eufemismos espantosamente redactados y que, en definitiva, constituyen una burocracia, es decir, un lenguaje burocrático, de la ciencia.
¿Qué significa lenguaje burocrático?
Vea, es muy simple, se trata de decir algo sencillo, que le llevaría una sencilla frase de unas cuantas pocas palabras, de una manera enrevesada, extensa, y llena de palabras rebuscadas.
Quizás, un buen ejemplo de esto, es aquel pasaje del libro de Paul Tabori: Historia de la estupidez humana, que cito a continuación:
"El contacto verbal con el señor Blank respecto de la notificación de promoción adjunta ha puesto de relieve la formulación adjunta en la que se destaca que prefiere declinar el nombramiento.
Treinta y una palabras en vez de cinco: Blank no quiere el empleo"
Bien, transcribo, ahora, el párrafo de Mercedes Liska:
Más allá de las críticas que recaen en el objeto sonoro, el carácter inauténtico del tango electrónico reside en las modificaciones de la interacción entre músicos y público que se abre del segmento de recepción del tango a través de una circulación mediática.
O sea, es falso porque no sucede en vivo. Porque no tocan en un escenario.
Con ese criterio, cuando escucho el Concierto de Sibelius por David Oistraj, grabado en estudio en 1958, lo que escucho es falso porque no sucede en vivo. Se dirà, bueno, Oistraj sí tocaba en vivo. Oistraj, sí, pero Sibelius no. Además. ¿por qué un género musical sería "inauténtico" porque no es presentado ante un público? Si esto fuera cierto, las Sonatas y Partitas para violín de Bach también lo serían porque nunca fueron ejecutadas en vida del compositor, quien las consideraba una poderosa demostración de lenguaje.
Obsérvese la proliferación de términos rebuscados que cito (y esto en una sola frase):
- objeto sonoro
- modificaciones de la interacción
- segmento de recepción
- circulación mediática
Borges enfoca lo general como particular, convierte lo común en significativo, a través de un armado que siempre le permite presentar una hipotética (y muchas veces arbitraria) cualidad distintiva del autor o del texto. Las vicisitudes personales ausentes de la biografía literaria se compensan por el pasaje de lo general, que en cualquier otro contexto podría parecer perfectamente anodino, a lo individual. Borges nos induce a sospechar: por sospecha, lo banal del 'derecho' pasa, en continuidad, a un 'revés' donde no se convierte en otra cosa, sino que se distribuye en nuevos sentidos a ambos lados de una línea de repetición.
No me pidan que traduzca semejante despropósito. este es un supuesto ensayito "borgista" llamado Borges: crítica y teoría cultural. Las imbecilidades narradas por doña Beatriz (la filósofa de la revista Viva, de Clarín) son de tal magnitud que uno duda realmente de la intelectualidad como factor de mérito.
Pero volvamos al artículo de la profesora Liska. Uno creía entender o haber aprendido que, para comunicarnos, debemos estar de acuerdo en los términos que empleamos. Si tu y yo estamos de acuerdo en que el almuerzo se sirve al mediodía podremos elegir entre un bife de chorizo o un pollo al horno. pero, si yo creo que el almuerzo es un arte marcial japonés, bueno, tenemos un problema.
La profesora Liska nos dice cosas como las que siguen, sin molestarse en definir, aunque sea un poco, el qué de estos asertos:
- Combinando texturas electrónicas con elementos representativos del género musical...
¿Qué son elementos representativos? ¿El dos por cuatro? ¿El contratiempo? ¿La ambivalencia mayor/menor? ¿El carácter rapsódico?
Sigo:
- Las condiciones de su creación se ciñen a la etapa de producción capitalista de bienes informacionales.
Me animo a dos definiciones del estilo:
La producción informacional del compositor Stravinsky trasunta la experiencia de los variados exilios que condicionan el sentido positivista de arraigo en la creación de objetos estructurales a ser narrados por grupos de personas vinculados a la interpretación de este tipo de productos culturales.
El ámbito de la recreación política que surge de la canción anarquista se mueve dentro de los límites cambiantes de quien tiene la posibilidad de acceder a sus condiciones semánticas, por el tiempo que fuese, en un contexto de volatilidad debido a las agresivas connotaciones en que se desarrolla su mensaje transliterado.
No está mal, verdad.
Sigo.
El desarrollo tecnológico pone en juego de manera constante el debate en torno de la autenticidad o verdad de la música e implica que la tecnología termine siendo acusada de falsa, contaminante y perturbadora, idea propiciada por la lógica autónoma del sistema comunicativo que otorga la sensación de dominio y control por afuera de las relaciones sociales, generando que los avances tecnológicos se perciban como un sistema objetivado.
Ah, demasiado extenso. Y tan falso. Ni siquiera, no llega a falso.
Veamos:
Autenticidad o verdad de la música, dice la profesora.
Primero, ¿auntenticidad o verdad? Porque son dos cosas distintas, de allí que, naturalmente, usemos dos palabras distintas para definir eso que la profesora no se anima.
Pero, ¿qué es música verdadera? En principio toda música es verdadera porque la música no se propone decir verdades o mentiras, es un arte abstracto que no produce sentencias. Usted escucha un blues y siente algo. La persona que está al lado siente algo distinto. Usted escucha a Beethoven y se entusiasma. Y su novia se queda dormida. ¿Qué es verdad y mentira, entonces?
¿Cuál sería la autenticidad de la música? Sacando las situaciones específicas de plagio, si compongo una zamba, aunque yo no sea salteño (Provincia de Salta, lugar originario del ritmo de zamba) ¿por qué mi pobre zamba sería inauténtica?
Pero la profesora dice, a continuación, que esto implica que la tecnología termine siendo acusada de falsa. No dice por quien. ¿Y por qué la tecnología sería acusada de falsa? ¿Qué culpa tiene la tecnología si el que la usa para componer un tango, una vidala o una cumbia villera es un tarado? ¿Además, qué significa tecnología para la profesora Liska? Porque, es evidente, que el problema, según ella, es simple: que el tango, en lugar de los dos cuartetos, el de bandoneones y el de violines, más el piano y el contrabajo, sea ejecutado por "otros" instrumentos, en este caso electrónicos. ¿Y qué? Como primer medida, un violín, un piano o un bandoneón, también son tecnología. Además, un tanguero de ley como Osvaldo Fresedo, no tuvo ningún inconveniente en incorporar un ¡vibráfono! a su orquesta. Acusemos a Fresedo de falso.
También dice contaminante o perturbadora. Obsérvese que siempre hay condicionales y varias palabrejas al uso, para no definir nada y abarcar lo más posible. ¿Qué contamina el hecho de que alguien haga tango con un sintetizador Ensoniq? ¿A quién perturba? A quien escucha no. O, quizás, sí. Quizás este tango electrónico sea perturbador y en eso vaya su encanto. No sé y más leo y menos entiendo, porque, como ya dije, al no definir las proposiciones no se pueden entender lo que se deriva de ellas.
Veamos: hay una música pura, auténtica, no perturbadora y no contaminante. ¿Cuál sería?
La frase culmina con aseveraciones ridículas.
Pasemos a otra.
La difusión concentrada en determinados productos culturales cristaliza en gran medida la desigualdad actual que propicia la industria cultural y que el sistema sólo nos habilita a discutir en términos de valores artísticos o de autenticidad que poco explican las relaciones de dominación.
Vaya, vaya, la profesora Liska ha descubierto la pólvora. Que las multinacionales del disco te pueden imponer mierda de perro a través del marketing y que vas a encontrar un sinnúmero de imbéciles comprando mierda de perro.
Pero ella dice "determinados productos culturales" ¿Cuáles?
También dice "desigualdad actual". Eso quiere decir, según cree mi pobre cerebro, que antes (some time) no existía desigualdad. Oh, dulce Conicet.
Sólo nos habilita a discutir en términos de valores artísticos o de auntenticidad.
Y dale con la autenticidad.
Pero estos términos artísticos poco explican las relaciones de dominación. Así termina la profesora Liska su artículo contra el pobrecito tango electrónico, hablando de relaciones capitalistas que, de ninguna manera, podrían aplicarse a Joaquín Sabina, o a Queen o a Las Spice Girls o a Luciano Pavarotti, al parecer y que, además, poco explican las relaciones de dominación. ¿Qué dominación?
Resulta, creo yo, que, durante el siglo XX se desarrolló la sociedad de masas, es decir, aquella a la que se le puede vender masivamente. Las multinacionales del disco, entonces, en ritmo creciente, desarrollan manufacturas para diferentes gustos, internacionalistas o locales, para ser vendidas masivamente a través de una millonaria inversión publicitaria. Inversión millonaria que, lógicamente, trae ganancias millonarias. ¿Qué carajo les importa, a las multinacionales del disco, la excelencia, hediondez, autenticidad o coño de lo que venden?
¿Y qué tiene que ver el tango electrónico con esto?
Aclaro que no me gusta y me parece un pedo tirado con red, pero, ¿qué puede deducirse del artículo infantil de la profesora Liska como no sea una especie de correlato moral absurdo?
Existe música auténtica y de la otra y alguien debería poner las cosas en su lugar. Quizás hubiese que crear el Ministerio de Producción Musical Auténtica. Quizás habría que prohibir la circulación de los discos que, según la profesora Liska, no sean auténticos. Quizás habría que sugerirles, a los que hacen tango electrónico, y, por si acaso, a todos, que contaminar y perturbar con la tecnología podría ser causa de destierro o fusilamiento.
Querida, las relaciones de dominación son bastante más complejas.
Dejá que los chicos que hacen tango electrónico vivan tranquilos.
Postdata:
Estuve pensando en cómo piensan las personas como la doctora Liska y me parece, a mi pesar, que debo llegar a la siguiente conclusión:
La música que le gusta a la doctora Liska es auténtica, la tecnología que utilice no puede ser acusada de falsedad, ni es contaminante ni perturbadora, es presentada amablemente a un público sentado en una platea o en un acogedor parque, no peca de desigualdad, y desaparecen las relaciones de dominación, es decir, que la música que le gusta a la doctora Liska es pasible de aprobación a pesar de ser editada por las multinacionales del disco y que estas empresas de beneficencia ganen mucho pero mucho dinero con ella.
La música que no le gusta a la doctora Liska, no.
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