
Como puede leerse en una nota del diario La Nación, el Papa Ratzinger expresó su "total e incuestionable" solidaridad con los judíos.
Semejante afirmación, y justo cuando el Estado de Israel perpetró una abominable matanza de personas de todas las edades en la Franja de Gaza, está relacionada con el levantamiento de una excomunión - o sea, un indulto - a un obispo lefevrista que negaba la existencia de los campos de concentración nazis, algo que quizás resuene de alguna manera en la inhóspita conciencia del Papa.
Pero, a decir verdad, alguien que sea un poco racional ¿puede creer que al papa, a la Iglesia católica, le importe un rábano la vida de la gente?
Ellos venían con su asunto, con su revuelta contra el "progresismo" del Concilio vaticano II, fuertemente desvirtuado por el fascista Wojtila, y con el avance del más rancio y cavernícola tradicionalismo católico y no se iban a andar parando por un par de miles de palestinos muertos, aunque hubiera más de doscientos niños entre ellos.
De todas maneras, niños sobran, como bien sabe el padre Grassi y muchos más.
Y hete aquí que el Papa se muestra solidario con los judíos.
¿Qué valor tienen las palabras para esta gente? ¿Gente?
Es notable cómo el "pensamiento" y acción de este papa nazi es fuertemente defendido por lo más reaccionario del pensamiento católico integrista, como puede apreciarse en la página stat veritas, un contubernio de descerebrados y anormales que "sigue" al dedillo las internas de la Curia.
Bravo por el Papa, que nos sigue confirmando en la idea, tan sencilla, de que el día que se acaben las religiones quizás encontremos alguna forma de vivir en paz.
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