
Fue a mediados de abril cuando Leopoldo Melo lo fue a ver al departamento que, en esa época, todavía compartía con Miriam Latorre, la chilena del escándalo con el milico aquel, el coronel del que todos decían andaba metido en los canales de televisión de la derecha, pero no importan esas precisiones porque a él no le iban ni venían y todo el asunto le parecía demasiado jodido como para meterse en el medio, simplemente cogía con la chilena y usufructuaba el departamento, el refugio, como lo llamaba, sin anteponerle un número, porque ya se había olvidado de la cantidad de aguantaderos que las minas le habían proporcionado a lo largo de cincuenta y cuatro pirulos; bueno, lo cierto y lo que importa es que Leopoldo Melo lo fue a ver a ese departamento y el tipo se quedó para la cena, aprovechando que la chilena estaba en Córdoba, y serían casi las cuatro de la madrugada y el coñac se estaba terminando cuando dijo lo que tenía que decir: que iba a matar a Videla.
-¿Para qué? – le preguntó.
- Porque se lo merece.
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1 comentarios:
Te devuelto visita. Gracias por haber entrado en mi blog desde el otro lado del charco. Es noche cerrada en Madrid, hora casi de irse a acostar: me guardo esta dirección y mañana me paso con más tiempo a leer tus cuentos.
De nuevo gracias por el contacto. Un placer.
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