Reseña de la Antología Cuentos Policíacos, tinta y pólvora
En esta Antología, publicada por la Editorial Páginas de Espuma, fue incluído mi cuento La mirada, que fuera seleccionado como el mejor cuento enviado por un autor a la Revista Oxigeno en el año 2005. Para leer el cuento hacé click acá.

por Miguel Baquero
La novela policiaca alcanzó altura literaria y categoría artística cuando, hacia los años 30, en Estados Unidos, dejó de ser una crónica de aventuras rocambolescas o un ejercicio de resolver enigmas para aspirar a convertirse en un reflejo de la realidad social, en general, según los cultivadores de este nuevo estilo, salvaje, violenta y a menudo corrupta. Dashiell Hammet, cuya novela Cosecha roja puede considerarse la pionera en esta forma de entender el género, decía que los detectives de sus novelas (y él, por ende, como autor) actuaban no con la finura ni la búsqueda del detalle ni la exquisitez y el tacto de sus antecesores, sino introduciendo una barra de hierro en medio de un mecanismo viciado y esperando a que reventase.
Esta forma de concebir la novela policiaca ha sido la que le ha dado entidad, tan importante que sus patrones y sus modos (su “dureza”) han marcado, de una manera u otra, toda la novelística del siglo XX. Hoy, una antología de cuentos policiacos como esta Tinta y pólvora que edita Páginas de espuma puede servir para hacernos una idea de hacia dónde ha avanzado el género desde aquellos lejanos años 30 hasta la actualidad. La selección, al menos, resulta significativa, y en ella intervienen desde autores de la talla de Medardo Fraile a clásicos de este estilo como Juan Madrid o Paco Ignacio Taibo II, nombres relevantes como Ricardo Piglia, Guillermo Busutil o Ricardo Sumalavia, entre otros, y gratos descubrimientos como José Manuel Martín Peña. Una selección, en fin, bastante cuidada y representativa que abarca todo el espectro, desde el veterano al novel, y cuyo resultado es un conjunto de cuentos siempre buenos, en general magníficos y en algunos casos como el de Taibo, Norberto Olaizola o Eduardo Goligorsky (aunque el lector puede encontrar otros de su gusto) formidables.
Pero al margen, decía, de ser un simple conjunto de relatos, Cuentos policiacos. Tinta y pólvora puede servir para darnos una visión del conjunto, para presentarnos el estado actual de la cuestión policiaca. Y es que, sobre las diferentes edades y nacionalidades de los escritores, sobre todo el conjunto parece sobrevolar una constante: la derrota de aquel hombre, de aquel policía o detective que luchaba contra el sistema corrupto o que, al menos, cuando éste era de grandes proporciones, se permitía despreciarlo con un gesto cínico. De aquel tipo que se encasquetaba el sombrero y se alzaba las solapas de la gabardina al tiempo de encenderse un cigarrillo, y que bajo sus frases cortantes y sus gestos duros escondía una visión poética de la realidad y un objetivo utópico de justicia, poco queda en la actualidad. Casi nada.
Por lo general, el protagonista de estos relatos policiacos (como, seguramente, el hombre actual al cual aspira a reflejar) ha bajado los brazos, se ha dado por vencido, ha comprendido que no sirve de nada introducir barras de hierro en los mecanismos de corrupción y sólo aspira a sobrevivir, a defenderse, a retrasar lo más posible el momento fatídico. Bracea e intenta mantenerse a flote entre la sordidez y la vileza que ya no se esconden en garitos ni tras la apariencia de normalidad de una familia bien, sino que lo han invadido y contaminado todo, concluyendo por él mismo. Estamos ante un tipo, como el que retrata Busutil en su cuento “Manos de plata”, «escéptico que se aproximaba a la realidad dispuesto a coger un botín ajeno». Al fin, todos ellos acaban derrotados, como acabaron sus antecesores, pero su caída no es grandiosa ni está teñido de heroísmo. Sencillamente son machacados por el sistema.
En resumen, una muy recomendable colección de cuentos la que pública Páginas de espuma, tanto por su afán de abarcar edades y nacionalidades como por el sentido moderno y trascendente que los autores han impreso a sus relatos y que bien sirve para demostrarnos, no sólo que el género policiaco sigue vivo (siempre lo estará), sino para trazarnos una especie de posible ruta que seguirá en un futuro.
0 comentarios:
Publicar un comentario