Mario Bunge y la Homeopatía

Mario Bunge, en la foto publicada en La Voz del Interior

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El filósofo argentino radicado en Canadá Mario Bunge atacó duramente a la Homeopatía, entre otras medicinas alternativas. (ver nota)

Según el filósofo:

No limitarse a esto, sino que debería cambiar la Facultad de Química por la de Alquimia, la Facultad de Psicología por la de Parapsicología. Tendría que eliminar la Facultad de Ciencias o tal vez complementarla con una Facultad de Seudociencias, que incluya también la enseñanza de la magia y el ocultismo y las llamadas ciencias ocultas. Tendría, en una palabra, que proclamar la Contrarreforma y volver a la Edad Media de manera explícita

Se le debería aclarar al filósofo que la Homeopatía no es un invento de la Edad Media sino de un prestigioso y esclarecido hombre de ciencias, el Dr. Cristian Federico Samuel Hahnemann, nacido en 1755 y fallecido en 1843. (ver bio)
O sea en pleno desarrollo del pensamiento científico, a quien Hahnemann prestigió.

Más adelante, refiriéndose a la psicología, dice Bunge:

(...) donde lo que se enseña son los textos sagrados de Sigmund Freud y sus sucesores, en los que no hay experimentación ni contacto con las ciencias, sino psicología hablada, que no tiene nada que ver con el cerebro.

Estamos plenamente convencidos de que la filosofía no se basa en la lectura de textos sagrados sino en la experimentación pura. Pero, además, esto entra en decidida contradicción con la base de la Homeopatía, tal y como fue formulada por Hahnemann quien experimentó a pleno sus posibilidades y lo hizo en sí mismo - quizás Bunge haya hecho lo mismo y descubrió el principio de la similitud (ver) y, a partir de allí, enormes conocimientos que la Homoeopatía ha puesto a disposicion de la terapéutica y que le ha granjeado numerosos enemigos de los cuales los laboratorios son uno de los principales.

El filósofo que con tanta soberbia e impunidad descalifica una actividad de la inteligencia humana no se ha tomado la molestia de profundizar sobre aquello que critica, actitud un tanto incongruente con su metier. Su posición es bastante demodeé, ya que lo convierte en simple lacayo del biologismo y de la absurda separación del cuerpo y la psique. Esta malformación del pensamiento termina aprobando las lobotomías y los electroshoks, en el grado extremo, así como las inmensas deficiencias de una política sanitaria cuyos logros son masivos y sus asesinatos también.
Todo lo contrario a la Homeopatía.

El iracundo filósofo agrega:

Porque es mucho más fácil macanear que buscar la verdad y ponerla en práctica.

Debe estar hablando de él.
Hahnemann no sólo no macaneó sino que, además, buscó con pasión y entereza científicas la verdad y la puso en práctica. Bunge debería aprender mucho de Hahnemann. Pero, además, Bunge, con su diatriba inconsistente, también ofende a orgullos del pensamiento y la práctica argentina como los Dres. Tomás Paschero o Florencio Escardó, entre muchos otros a quien injustamente estoy obviando. Personas extraordinarias que dedicaron una vida a lo social y científico y cuyas innovaciones y sensibilidad pusieron de manifiesto con creces, que no sé si Bunge podrá decir lo mismo.
Curiosamente, en otros países (Inglaterra, Alemania, España) está reconocida y es pasible de ser cubierta por la seguridad social. Que en la Argentina esté desconocida como terapéutica se debe exclusivamente a la presión económica de los grandes laboratorios y a la complicidad económica de las corporaciones médicas, que se quedarían sin el ana-ana, concepto que, probablemente, también nuestro longevo filósofo desconozca.
De todas maneras, importante es la labor de la Asociación Médica Homeopática Argentina (ver sitio) y de la Escuela Médica Homeopática Argentina Tomás Pablo Paschero (ver sitio) que no están conformadas por charlatanes que aprenden en pocas semanas una chantada sino por médicos prestigiosos, egresados de las universidades nacionales que, luego de esa extensa carrera, realizan los dos años requeridos para la práctica homeopática.

Resulta triste verificar como la ignorancia (el que decide ignorar) puede expresarse tan impunemente como en el caso de este filósofo, verdadero cazador de brujas.
Ah, pero eso era medieval, claro.