Amores de estudiante
El profesor de matemáticas estaba enamorado de Laura Villafañe, la mejor alumna, una chica muy bonita que parecía más grande de lo que era. No podía disimularlo.
Laura Villafañe era muy zorra, muy mala, así que avergonzaba al profesor con indirectas, o besuqueando al novio cuando el profesor entraba a la clase, o llevando unas polleras muy cortas y un escote provocador.
Nos contó, un fin de semana, en el baile, que el profesor la siguió, a la salida, la alcanzó, a unas cuadras del colegio y le invitó un café. Y le declaró su amor.
Laura Villafañe le dijo que a ella también le gustaba él pero que sus padres jamás aceptarían que saliera con un hombre mayor. El profesor le dijo que hablaría con los padres, que les mostraría la seriedad de sus sentimientos, que él era un hombre maduro pero de buena posición y que la vida de ella estaría asegurada.
Laura Villafañe nos dijo, después, que había cometido un error al confiar tanto en sus padres.
El perro-gallo
Mi primo Alfonso tenía un perro-gallo.
Son animales muy tranquilos, que ni se hacen notar.
El problema surge cuando la parte de perro es hembra. Allí sí que se arma, porque cuando la parte de perro entra en celo, la parte de gallo, que va adelante, trata de montársela permanentemente, aunque no puede, claro.
Es un espectáculo increíble, el animal gira y se revuelca por todos lados hasta quedar exhausto. Más de una vez hay que hacerles transfusiones para que no se mueran.
Pero no suelen durar mucho, porque son tan molestos, ponen tan nerviosas a las personas, que terminan matándolos a escobazos o a tiros de revólver.
Van quedando muy pocos, dicen.
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