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Tomado de El ortiba
Una intervención de Borges contra el antisemitismo
Daniel Lvovich *
El 20 de agosto de 1932, la Comisión Popular Argentina contra el Comunismo, una de las múltiples organizaciones nacionalistas fuertemente autoritarias que proliferaron en la Argentina a partir del golpe militar de 1930, organizó un acto en Plaza Congreso para acompañar la entrega de un petitorio al Parlamento. El acto contó con la adhesión de la Legión Cívica Argentina, y las 275.000 firmas que acompañaban la petición daban cuenta de una amplia adhesión a sus demandas. Aunque el petitorio no incluía afirmaciones de índole antisemita, un rumor circuló con insistencia por Buenos Aires en los días previos al acto, según el cual los asistentes al mitin atacarían a personas e instituciones judías. El rumor no carecía de fundamentos.
Jorge Luis Borges
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En las semanas previas, las posiciones antisemitas de la prensa nacionalista y católica se habían agudizado, destacándose la insistencia y ferocidad de los ataques del recientemente creado Crisol –periódico dirigido por el filonazi Enrique Osés– y la publicación en el diario católico El Pueblo de los Protocolos de los Sabios de Sión, el más clásico y difundido de los instrumentos de difusión del mito de la conspiración judía mundial. Tal situación se agravaba teniendo en cuenta que pocos meses antes, en febrero de 1932, se había divulgado un manifiesto dirigido a los miembros dela Legión Cívica por su comandante, el teniente coronel Juan B. Molina, en el que se enumeraban los peligros que –a su juicio– amenazaban al país: el socialismo, el comunismo, el anarquismo y el judaísmo. Afirmaba Molina que: “En nuestro país los judíos suman 800.000. Verdadera máquina infernal destinada a establecer con el más grosero materialismo la tiranía del oro en el mundo. Los judíos no se asimilan. Los judíos, en todo momento y en todo lugar son ‘judíos’. Entre nosotros manejan grandes empresas y enormes capitales y tienen sojuzgados muchos valores netamente nacionales”. El manifiesto había sido distribuido cuando el teniente coronel Molina se desempeñaba como secretario de la Presidencia en el régimen del general Uriburu.
Mientras aparecían en las calles de Buenos Aires carteles en los que la Legión Cívica convocaba al combate contra el comunismo, los extranjeros y los judíos, el diario Crítica y los órganos del Partido Socialista y el Partido Socialista Independiente advertían sobre la posibilidad de un desenlace trágico. Una representación de los judíos de Buenos Aires obtuvo una audiencia con el ministro del Interior del gobierno del general Justo, Leopoldo Melo, para plantearle su preocupación ante la insistente amenaza propalada por los rumores, frente a lo que el ministro se comprometió a garantizar la seguridad de la población judía. El caso llegó inclusive al ámbito parlamentario, donde el diputado socialista independiente Manacorda señaló la gravedad de la situación, mientras que el diputado Ghioldi manifestó la preocupación del grupo parlamentario socialista por los rumores circulantes. El día previsto para el acto, la edición de Mundo Israelita daba cuenta de la preocupación de la comunidad judía ante la posibilidad de que se desataran persecuciones. Sostenía en su editorial que “elementos tendenciosos, desembozados algunos y agazapados en las sombras otros, han estado sembrando la confusión por todos los medios a su alcance, empeñados en derivar la protesta contra los comunistas hacia una acción punitiva contra los judíos, que serían sinónimos”. El semanario reproducía las informaciones de la prensa liberal y socialista, que denunciaban la posibilidad de estallidos de violencia antisemita tras el acto. Como estrategia de combate contra el prejuicio antijudío, Mundo Israelita convocó a varias personalidades para que se pronunciaran sobre los acontecimientos. Quizá precisamente debido a la multiplicidad de denuncias y al alto nivel político que éstas involucraron, el temido pogrom no tuvo lugar. El acto anticomunista, al que asistieron entre cinco y seis mil personas, se desarrolló con normalidad, sin que se viera alterado más que por incidentes insignificantes. En su edición de la semana posterior (27 de agosto de 1932), Mundo Israelita continuó publicando en su portada manifestaciones de repudio al antisemitismo. En esa ocasión se publicó la columna de Jorge Luis Borges que aquí se reproduce:
“Ciertos desagradecidos católicos –léase personas afiliadas a la Iglesia de Roma, que es una secta disidente israelita servida por un personal italiano, que atiende al público los días feriados y domingos – quieren introducir en esta plaza una tenebrosa doctrina, de confesado origen alemán, rutenio, ruso, polonés, valaco y moldavo. Basta la sola enunciación de ese rosario lóbrego para que el alarmado argentino pueda apreciar toda la gravedad del complot. Por cierto que se trata de un producto más deletéreo y mucho menos gratuito que el DUMPING. Se trata –soltemos de una vez la palabra obscena– del Antisemitismo. Quienes recomiendan su empleo suelen culpar a los judíos, a todos, de la crucifixión de Jesús. Olvidan que su propia fe ha declarado que la cruz operó nuestra redención. Olvidan que inculpar a los judíos equivale a inculpar a los vertebrados, o aun a los mamíferos. Olvidan que cuando Jesucristo quiso ser hombre, prefirió ser judío, y que NO eligió ser francés ni siquiera porteño, ni vivir en el año 1932 después de Jesucristo para suscribirse por un año a LE ROSEAU D’OR. Olvidan que Jesús, ciertamente, no fue un judío converso. La basílica de Luján, para El, hubiera sido tan indescifrable espectáculo como un calentador a gas o un antisemita... Borrajeo con evidente prisa esta nota. En ella no quiero omitir, sin embargo, que instigar odios me parece una tristísima actividad y que hay proyectos edilicios mejores que la delicada reconstrucción, balazo a balazo, de nuestra Semana de Enero, aunque nos quieran sobornar con la vista de la enrojecida calle Junín, hecha una sola llama.”
Jorge Luis Borges Mundo Israelita, 27 de agosto de 1932.
* Investigador. Docente. Universidad Nacional de General Sarmiento
Fuente: http://www.fmh.org.ar/revista/22/borges.htm
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