Por razones difíciles de explicar la Iglesia Católica está siendo jaqueada por denuncias innumerables de abusos sexuales a menores por parte de obispos, curas, monseñores y todo tipo de parásitos aberrantes. Ventajas del modernismo y de la Internet, todo el mundo se "entera" al instante de lo que sea. No es que estas prácticas abusivas de los curas sean nuevas, en realidad son tan antiguas como la propia Iglesia, aunque un tanto devaluadas, porque, antaño, tenían muchas cosas más en qué entretenerse: quemar brujas, torturar herejes, negar todo avance científico, prohijar asesinos de toda naturaleza, lamer las botas de cualquier poderoso y juntar oro a lo pavote. Además de mentir, de traicionar, de darse orgías y festicholas intra muros para luego condenar la lujuria de la feligresía.
Hay una innegable aceleración en los tiempos. No nos olvidemos que la Iglesia, con sus más o sus menos, gobernó Europa casi dos mil años, cometiendo, en ese lapso, las tropelías más aberrantes que una persona pueda imaginarse. Giordano Bruno puede ser un ejemplo.
Pero, desde la Revolución Francesa para acá, o sea, poco más de doscientos años, su poder se ha visto ampliamente debilitado y su prestigio irreparablemente deteriorado. Prestigio, dije. En realidad la Iglesia siempre se manejó por el terror. O estás con nosotros o te mueres, tú y toda tu familia, y de la manera más cruel que te puedas imaginar. Supongo que así serían las enseñanzas de Cristo. No soy un enterado en la materia.
En la actualidad, el poder de la Iglesia se basa en la remanencia de la fe de millones de personas, fe no cuestionable porque el hombre tiene infinitas preguntas sin respuestas y las religiones, que aparecieron primero que el pensamiento científico, dieron a la masa de corderos, con el fin de dominarla, respuestas imaginativas y sencillas. Luego, la discusión teológica, quedó para la política interna de la Iglesia, sus luchas por el predominio de tal o cual sector y todo lo demás, común a toda asociación de seres humanos. Y, créase o no, los curas también son seres humanos. Anormales, pero seres humanos al fin.
El asunto es que hoy la Iglesia tiene que dar explicaciones, lo que, seguramente, le crea una intolerable sensación de debilidad y odio. ¿Qué es lo que tenemos que explicar a nadie, nosotros, los elegidos de Dios, a quien le bastaría mover un solo dedo para hacer desaparecer a nuestros enemigos? Lástima que Dios no mueve nunca ese dedo y los enemigos de la Iglesia, que los tiene, y en cantidad, y se los merece, desde luego, son cada vez más poderosos, más tenaces, y no piensan abandonar la lucha hasta un nocaut completo.
Y hacen bien.
Entonces, decíamos, la Iglesia tiene que dar explicaciones.
Estas son algunas, como para matarse de risa o de indignación:
Cardenal Tarcisio Bertone
La pedofilia está vinculada a la homosexualidad, dijo el Cardenal Bertone, que sabrá por qué lo dice, quero decir, habrá observado esa inclinación en sus compañeros a lo largo de su carrera. (ver nota en La Nación)
Es notable como la desesperación por explicar lo inexplicables lleva a extremos de "embarrar la cancha" como suelen decir lo abogados picapleitos. Si yo me guiara por los dichos del cardenal Bertone, automáticamente pasaría a desconfiar de los homosexuales. Pero, desde luego que sus dichos son una mentira siniestra. Y desmentida por el propio Vaticano, lo que sólo se explica por la sensación de agobio y acorralamiento que está experimentando. ¿Cómo es que el Vaticano necesita desmentir a su número dos? ¿Es que acaso Bertone está loco y dice cosas sin sentido? Nada se dice en esta Institución criminal sin meditarlo sesudamente y consensuarlo entre pares. Podemos entender lo de Bertone como un globo de ensayo a ver si pasa. Y como no pasó, lo desmentimos. En cualquier esfera política, semejante desautorización derivaría en una inmediata renuncia, pero no es así en la Iglesia donde, como en el Estado, nadie es separado de su cargo así sea inmoral o incompetente.
La pedofilia está vinculada a la homosexualidad, dijo el Cardenal Bertone, que sabrá por qué lo dice, quero decir, habrá observado esa inclinación en sus compañeros a lo largo de su carrera. (ver nota en La Nación)
Es notable como la desesperación por explicar lo inexplicables lleva a extremos de "embarrar la cancha" como suelen decir lo abogados picapleitos. Si yo me guiara por los dichos del cardenal Bertone, automáticamente pasaría a desconfiar de los homosexuales. Pero, desde luego que sus dichos son una mentira siniestra. Y desmentida por el propio Vaticano, lo que sólo se explica por la sensación de agobio y acorralamiento que está experimentando. ¿Cómo es que el Vaticano necesita desmentir a su número dos? ¿Es que acaso Bertone está loco y dice cosas sin sentido? Nada se dice en esta Institución criminal sin meditarlo sesudamente y consensuarlo entre pares. Podemos entender lo de Bertone como un globo de ensayo a ver si pasa. Y como no pasó, lo desmentimos. En cualquier esfera política, semejante desautorización derivaría en una inmediata renuncia, pero no es así en la Iglesia donde, como en el Estado, nadie es separado de su cargo así sea inmoral o incompetente.
Monseñor Silvano Tomasi
Por otro lado, si antes Bertone le tiraba los dardos a los homosexuales, Tomasi se la tira a protestantes y judíos. ¿Y por qué no a Testigos de Jehová o mormones? Yo, con los mormones, me cuidaría un poco, claro, por eso de la base de datos. No sea cosa que entre tanta información que tienen también tengan unos cuantos terabytes de videos de monseñores adorando efebos y, si les es posible, poseyéndolos, ya que están tan a mano.- Los curas no son pedófilos, son efebófilos (sic) (ver "target="_blank""nota en El País)
- Las iglesias más afectadas por los abusos a menores son las protestantes.
- También en las comunidades judías es un hecho frecuente.
Un chiste:
Un señor viaja a Italia para visitar el Vaticano y por razones que no vienen al caso, gestionar una entrevista con el Papa. Desembarca en el aeropuerto de Fiumicino y no hace más que salir al hall que es abordado por un traficante de esos que esperan turistas para proponerle disfrute y goce en la bella Roma.
- Signore, grande signore, tengo algo para usted - y saca unas fotos -. Unas bambinas de primera que lo harán disfrutar como usted merece y todo por...
El hombre quiere sacárselo de encima.
- No me interesa, gracias.
Pero el traficante no se amilana y lo sigue, con otras fotos:
- Ah, signore, me doy cuenta de que usted es especial. Mire, mire estas ragazzinas que tengo acá, trece, catorce años, hermosas y muy entrenadas. Y tan solo por...
El hombre, fastidiado:
- Le dije que no me interesesa.
El traficante no le da respiro, con otras fotos en la mano:
- Ma, non se enoje, no me he dado cuenta. Quizás su sensibilidad busca otra cosa. Mire estos campesinos italianos, de la Lombardia y del Piamonte, fogosos, bien dotados, incansables y todo por...
Finalmente, el viajero estalla:
- Mire, no quiero nada de lo que me ofrece. Yo vengo por el Papa.
El traficante trastabilla pero se repone:
- Signore, tanto como el Papa... Ma, certo cardenallito...
Como bien dijo el gran Buenaventura Durruti:
"La única iglesia que ilumina es la que arde"
Y si hay un infierno, más allá del de esta tierra, es más que seguro que todos estos criminales terminarán en él, purgando los peores pecados, los de emporcar la vida de la gente.
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