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El Honorable Senado de la Nación, que cuenta entre sus honorables miembros al honorable ex presidente Carlos Saúl Menem (la rata, según Aliverti), o al hijo del prócer Córdobés Ramón Mestre, Ramón Mestre hijo, defendió a los periodistas acusados de golpistas y desestabilizadores escrachados por una mano anónima y, además, acusados por Hebe de Bonafini y las Madres de Plaza de Mayo, una verdadera barbaridad ya que acá, la única que puede injuriar y acusar sin pruebas es la pitonisa Elisa Lilita Carrió, ex fiscal del Proceso Militar, entre otros méritos. Por caso, entre otros, defendió a Joaquín Morales Solá, hortera estrella de La Nación y reconocido demócrata. A este demócrata se lo ve, en la foto siguiente, en un acto de ese otro paladín de la República y de los derechos humanos, el General Domingo Bussi:
También transcribimos un fragmento de la nota Morales Solá – López Echagüe: concluye la polémica que empezó en Veintitrés publicada en el ortiba. (ver)
El texto de López Echagüe da cuenta de un "pantagruélico" asado que en marzo de 1976 compartieron con "el general genocida" Antonio Domingo Bussi, con Leo Gleizer, René Sallas, Marcos Taire y Morales Solá entre otros periodistas. "Al cabo del ágape, el general obsequió a cada uno de los periodistas presentes un pergamino en el que agradecía ‘su colaboración en la lucha contra la subversión’. Sin ocultar el contento, Morales Solá tomó el suyo y acto continuo buscó el abrazo del general" agregó. El mismo hecho fue narrado anteriormente por López Echagüe en su libro "El enigma del general" (Editorial Sudamericana, diciembre de 1991).
Joaquín Morales Solá se ocupó de responder a Veintitrés para desmentir en forma terminante el haber estado en un asado con Bussi en Tucumán.
"En 1976 yo estaba en Buenos Aires y no en Tucumán –dice-. Y nunca hablé con Bussi, bajo ninguna circunstancia, cuando estaba en Tucumán", sostuvo entre otros conceptos, el ex Clarín en una carta de lectores publicada en la edición del 2 de enero. Posteriormente, en el edición del 9 de enero, Veintitrés publicó – siempre en la misma sección – una carta de Marcos Taire, quien admitió haber asistido a la "siniestra" conferencia de prensa seguida de un almuerzo al que, según subrayó, Morales Solá también concurrió en calidad de redactor de La Gaceta de Tucumán y como corresponsal de Clarín en esa provincia.
Taire agregó, entre otros datos, que "Probablemente le falle la memoria también (a Morales Solá) cuando para desmentir a López Echagüe dice que en 1976 estaba en Buenos Aires y no en Tucumán. Cualquiera que consulte La Gaceta del 23 de abril de ese año podrá ver que en la nota de tapa, con su firma, saluda la designación del general Bussi como gobernador porque ‘el general conoce el ámbito local y no ignora las necesidades y las urgencias de la provincia’".
También fue acusado el profesor Mariano Grondona, otra de las estrellas de La Nación. De este sesudo analista poítico se dicen varias cosas. Por ejemplo:
Grondona sobrevoló en helicóptero la Plaza de mayo pegado a su líder: Galtieri. Fue el 10 de abril de 1982. Mariano Grondona, se desempeñaba como profesor de la Escuela de Guerra. Su frase “¿hasta dónde llega la paciencia de las naciones?” anunciada en 1975, fue casi textualmente repetida por Galtieri el 1 de abril de 1982, al presidente Reagan: “también la paciencia del pueblo argentino tiene un límite”, al pedido de que no inicie la acción bélica.
“Grondona, convertido ya en vocero excepcional de la peor dictadura argentina, dice: ‘lo que vimos, junto con Galtieri, el 10 de abril (concentración en Plaza de mayo), no fue un acto partidista, sino un acto nacional…y, henos aquí, en la guerra, que ha venido a ajustar cuentas y reponer el escenario de los conflictos’”. (ver nota completa)
No hay que olvidar que el republicano doctor, tan amado por la Fiscal del Proceso Carrió, ha escrito innumerables lindeza, entre ellas cosas como esta:
Obstinación o renovación: obstinarse en aplicar a esta situación remedios “normales”, de simple y tranquila evolución, es ignorar que la normalidad, como tal, nos ha abandonado hace mucho tiempo. El país no quiere ni espera un gobierno de pacífica y respetuosa rutina. El país espera un Moisés porque vislumbró la tierra prometida y se encuentra aún muy lejos de ella. (ver completa)
Lástima que el Honorable Senado de la Nación, ese que alguna vez prestigió Lisandro de la Torre y hoy alberga a las Roxanas de La Torre o los Giustiniani y demás yerbas, no pudo hacer comparecer el cadáver putrefacto de Bernardo Neudstadt, el magnífico camaleón adulador de los vendepatria y los golpistas y muerto como debía ser, solo, podrido y a expensas de una concha que lo usó hasta el último momento, una tal Pavicich, algo así como la novia concheta del bagayo de Alfredo de Angeli.
Pero si quieres saber quien fue Neudstadt haz click acá.
También se escrachó al inefable Samuel "Chiche" Gelblung, por todos los santos.
De este luchador social se dicen calumnias como estas:
Alumno preferido de la familia Vigil, se adueñó de la conducción de la revista Gente en marzo de 1976 para iniciar allí la más vergonzosa etapa del semanario más vendido (utilice señor lector todas las acepciones de la palabra vendido) de la Argentina.
Denunció como “prédica subversiva y marxista” los libros de Historia Moderna y Contemporánea de Editorial Stella porque contenían frases que se preocupaba en resaltar: “uno de los aspectos más oscuros de la auténtica imagen del mundo, hoy escamoteado y disimulado por los grupos dominantes, es la existencia de manchones demográficos de poblaciones hambrientas…el hambre es la expresión más típica de la miseria que reina en nuestro mundo”. (Gente, abril de 1978)
Se molestó cuando Adolfo Pérez Esquivel recibió el Premio Nobel de la Paz por sus denuncias contra la dictadura y las violaciones a los Derechos Humanos : “Esquivo, hábil, firme en su convicción de no apartarse de sus esquemas, de sus frases, de sus muletillas, Pérez Esquivel se refugia en los Evangelios y en su condición de cristiano amante de la no violencia para responder toda pregunta molesta. De cualquier manera la ilusión ha muerto. El premio instituido por el inventor de la dinamita ha perdido su prestigio. Su aura casi sagrada. Su altísimo nivel. Ya no nos sirve como incentivo, como estímulo para imitar a los mejores. A los grandes. El premio ya tiene sombras. Ya no es insospechado…” (Gente, noviembre de 1980).
Y, personalmente, actuó como soplón durante su viaje a Europa, en mayo de 1978, semanas antes del Mundial, cuando escribió: “ Por primera vez un periodista argentino entra en las usinas europeas desde donde se intenta destruir la imagen del país”. Samuel Gelblung había entrevistado a Marek Halter del Comité de Organización del Boicot a la Copa del Mundo, quien denunciaba a la dictadura por los centros clandestinos, los desaparecidos y los vuelos de la muerte, y en pocas líneas lo calificaba: “Protestador profesional internacional. El terrorismo abrió un frente externo. Y esto que aquí investigamos es sólo una de las expresiones. Pero el país no está desarmado para hacerle frente. Debe contrarrestar con la verdad, su arma más poderosa, esa campaña”. (Gente, mayo 1978)
Éstas, y otras miles de igual contenido, han sido las contribuciones de Gelblung a la más bestial distorsión de la historia que se ha visto por aquí. En los centros de estudio, quienes encomiendan investigaciones sobre “la mentira y la prensa” no pueden saltear una recomendación: “vayan a las hemerotecas a revisar la colección de Gente 1976-1983”. En definitiva, ¿de qué se acusa a estos periodistas? ¿De ser corruptos?
Si ya todos lo sabemos.
Sorry: Menos los lectores de la nación y los senadores.
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